PERDONE LO POCO, pero necesitaba algo de azúcar en mi Viktuuri (y un par de Otayuri), así que usé mi playlist de poquitas canciones de los clásicos de Disney. No regrets.
If you can
Dream – Disney Princesses. 03:50
Si uno piensa en Viktor Nikoforov, se le vienen a la mente
cada una de las presentaciones que ha hecho y le han merecido una medalla; obras llenas de seguridad, gallardía, belleza y gloria.
Lo que la gente no puede ver, sin embargo, es que en los ojos del ruso no se veía más que esperanza de poder encontrar a quien le inspirara esos bellos sentimientos que su madre le relataba con algunas historias de amor en su infancia.
Lo que la gente no puede ver, sin embargo, es que en los ojos del ruso no se veía más que esperanza de poder encontrar a quien le inspirara esos bellos sentimientos que su madre le relataba con algunas historias de amor en su infancia.
Lo que nadie terminaba de ver en el patinaje de Viktor eran sus miedos, flotando entre saltos y giros, sus fantasías más infantiles vibrando en cada pose y movimiento de brazos y su determinación de encontrar con quien
compartir cada uno de esos sueños.
Es por eso que hasta que Viktor y Yuuri se conocieron, se
pudo ver una sonrisa más brillante que nunca, de aquellas que alcanzan los ojos, al final de sus presentaciones.
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So This is
Love – Cinderella. 01:36
Galán
indiscutible, encantador caballero.
Yuuri lo mira desde lo lejos, tratando de disimular el
suspiro que sale de su boca al notar que el ruso atenta con mirarlo de vuelta.
Azul choca con marrón y Yuuri se voltea, sin notar que del
ruso solo emana la más pura y cálida mirada que Yurio haya presenciado –lo que
provoca una arcada exagerada de su parte-.
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Once Upon a
Dream – The Sleeping Beauty. 02:45
Desde pequeño Yuuri se prometió lograr ser el mejor para
poder algún día conocer a su gran ídolo, aquel que mira desde su cama cada
noche en forma de poster en su techo.
Durante años suspira con cada presentación y se fuerza a
soportar la presión y el esfuerzo que supone el deporte, porque vivir en el
mismo mundo que Viktor es un sueño, uno del cual espera no despertar.
Y seguramente está soñando ahora también, mientras ve sus
manos entrelazadas con unas más pálidas y un anillo dorado y una voz dulce susurrándole
cosas en el oído.
“¿En qué piensas?” le pregunta la voz, a lo que él solo
responde que algo que soñó una vez.
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Colors of
the Wind – Pocahontas. 03:34
Yuri siempre fue el rebelde incontrolable de Yakov. Nadie
siquiera intentaría tratar de razonar con él debido a su naturaleza, pero a
menos de que uno se sentara a ver tras esa máscara no notaría a la persona que
se esconde tras ella.
Otabek era una de estas personas. Ambos saben que ya pasaron
esa barrera cuando Yurio cierra los ojos y solo se queda ahí, dejando que el
viento desordene su cabello y el cielo cambie de colores en el atardecer. El
kazajo lo mira y estira una mano, solo lo suficiente para rozar la palma
del menor. Él no la mueve.
Porque Otabek entiende sus matices, sus rojos, sus azules y
sus gris y aún sigue ahí, paciente y amable ante todo.
Yurio se mueve ligeramente y apoya la cabeza en el hombro
del mayor aún con los ojos cerrados.
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Reflection – Mulan. 02:25
Está furioso consigo mismo. No es el momento ni el lugar ¿por
qué no puede hacerlo? Tantos años patinando, creando y sorprendiendo y ahora no
es capaz de emocionarse él mismo para nada.
Este no eres tú, Viktor, se repite. Si no haces esto, ¿entonces
qué?
Entra a su departamento y Makkachin lo recibe entusiasmado,
acaricia su cabeza y se echa en el sofá. ¿Qué hacer? Es entonces que el celular en su bolillo suena
y en él el enlace para un video. El japonés del banquete. Su rutina. Pero algo
distinto.
Mientras hace las maletas, medita y se da cuenta de que el
chico refleja todo lo que él ya no es capaz de sentir. He ahí su solución.
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Kiss The Girl
Boy – The Little Mermaid. 02:40
No es primera vez que salen. De hecho, es algo que han
estado haciendo hace unos meses cada vez que tienen oportunidad.
Traga saliva pesadamente. Puede hacerlo. Se acerca un poco
mientras el más bajo le cuenta de su último viaje a ver a su abuelo. No,
Otabek, quizás no sea buen momento mientras te habla de su abuelo.
Retrocede un poco y nota un ligero cambio en la expresión
del otro. Es quinta vez en la tarde que intenta besarlo y aún no logra juntar
el coraje para hacerlo. Maldición, se supone que es un adulto. Cierra los ojos
y suspira resignado.
Es entonces que siente un tirón en la chaqueta y al abrir
los ojos ve al rubio a solo unos centímetros de sí mismo “¿Acaso piensas
besarme alguna vez, maldición?”. Y luego unos labios suaves sobre los suyos.