Reid siempre había sido y siempre sería el chico lindo que a
una chica le encantaría presentar a sus padres, educado, inteligente,
responsable, cuidadoso... A veces quizás demasiado introvertido, inocente y racional.
Morgan era todo lo contrario: un apasionado galán de sonrisa
seductora y músculos tonificados; un real torbellino que lo único que deseaba
era “desordenar” a Reid un poco.
Lo supo cuando vio al chico el primer día cruzando
la puerta tan compuesto. Ese chiquillo necesitaba vivir un poco más. Porque se llamaba Derek Morgan lo lograría.
Durante bastante tiempo intentó concretar su misión: molestándolo,
invitándolo a salir por las noches, haciendo bromas sobre básicamente cualquier cosa a ver si se unía... pero
no, parecía que el menor era a prueba de balas. No había forma de hacerlo salir de
sus cabales. Invencible.
O eso creyó hasta que lo tuvo arrinconado contra la
pared del baño.
Esta vez no iba a escapar.
Presionó sus labios con rapidez sobre los del menor, quien luego de unos
momentos dejó de oponer resistencia para corresponder el beso. Morgan
sonrió satisfecho... Hasta que se sobresaltó
al sentir sangre en sus labios y darse cuenta de que Reid ya estaba 5
metros más allá, huyendo despavorido luego de morderlo.
Ya luego tendría otra oportunidad de vérselas con él.
Reid/Morgan
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